EN JESUCRISTO ESTA LA SALVACION Y TODAS LAS POSIBILIDADES.

SALVOS POR GRACIA DE DIOS

“Porque por gracia sois salvos” (Efesios 2:5,8). Si una persona es salva, es salva solamente de una manera: por la maravillosa, incomparable gracia de Dios.
 

¿Qué significa ésto? ¿Qué es la GRACIA? Gracia es el favor inmerecido de Dios, Su inmerecida bondad. Gracia es la aprobación de Dios, la aceptación de Dios, el favor de Dios hacia el pecador por causa de Jesucristo. Nada de esto es merecido. Nada de esto es ganado. El pecador no lo merece y no puede merecerlo. Dios ha derramado bondadosa y gratuitamente Su amor y benevolencia sobre el pecador que cree en Su Hijo.

La Biblia da su propia definición de la gracia de Dios. En Efesios capítulo 2 Pablo debate sobre la salvación sólo por gracia. El define la gracia como “SU bondad hacia nosotros [los que no la merecen, descritos en Efesios 2:1-3] en Cristo Jesús” (Efesios 2:7). En Tito capítulo 3 Pablo escribe que una persona es salva solamente por la misericordia y gracia de Dios (ver vs.5 y 7, “ÉL nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por Su misericordia…justificados por Su gracia”). En Tito 3:4 la gracia de Dios es definida como “la bondad de Dios nuestro Salvador, y Su amor para con los hombres [a pesar de los hombres inmerecedores descritos en el v.3, “insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, etc.”).

Las siguientes relaciones nos ayudarán a entender mejor la gracia de Dios:
 
La Relación entre GRACIA y SALARIO


La gracia nada tiene que ver con salario. Un salario es algo por lo cual la persona trabaja y que se gana. Gracia es algo que una persona recibe y que no merece y que no puede ganar y que no se ha ganado. Un salario es el pago por un trabajo hecho. Gracia es algo que se da gratuitamente basado en el trabajo hecho por Otro, por el Señor Jesucristo.

La Relación entre GRACIA y DEUDA

La gracia nada tiene que ver con deuda. La deuda es algo que se debe. La deuda tiene que ver con trabajo y remuneración. Si una persona trabaja para alguien, entonces esa persona le debe algo. Tiene que pagar al trabajador por el trabajo hecho. Gracia es algo que se da libremente. Dios no le debe la salvación a nadie. Si Dios nos diera lo que nos hemos ganado y lo que nos debe, sería la muerte eterna (Rom. 6:23a).

La Relación entre GRACIA y RECOMPENSA

La gracia nada tiene que ver con recibir una recompensa. Una recompensa es algo que se da en retribución por un bien o por un mal hecho. La salvación no es una recompensa que Dios da a una persona en retribución por el bien que esa persona haya hecho. La salvación es por gracia, basada solamente en la Persona y obra de Jesucristo. Está basada sobre lo que ÉL ha hecho, no sobre lo que ha hecho el pecador. Si Dios nos recompensara por cómo hemos vivido, la retribución sería el castigo eterno. Merecemos nada menos que el infierno.

La Relación entre GRACIA Y MISERICORDIA

La gracia se relaciona con todo lo que Dios da al pecador y que el pecador no merece [como vida eterna, perdón de pecados, paz con Dios, etc.]. La misericordia se relaciona con todo lo que Dios no da al miserable pecador y que éste merece [como la ira de Dios, castigo, muerte eterna, infierno, etc.]. Dios es bondadoso hacia el pecador creyente al darle gratuitamente el don de Cristo y todo lo que viene con el don de Su Hijo (Romanos 8:32), todo lo cual no merece. Dios es misericordioso hacia el pecador creyente al suprimir Su ira y su juicio sobre él, todo lo cual el pecador justamente merece.

La Relación entre GRACIA y JUSTIFICACIÓN GRATUITA

“Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24). Cuando la Biblia dice que los pecadores SON JUSTIFICADOS GRATUITAMENTE, ¿qué significa ésto?

Un pasaje clave que nos ayuda a entender esta palabra “gratuitamente” es Juan 15:25—“Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron” [esta frase “sin causa” es la misma palabra griega que en Romanos 3:24 se traduce como “gratuitamente”]. ¿Qué significa cuando dice que lo enemigos del Señor lo aborrecieron SIN CAUSA? Significa que no tenían motivo para odiarlo. Nada de lo que Cristo hizo merecía su odio. El Señor no se había ganado ni merecía su odio.

Apliquemos ahora este mismo significado a Romanos 3:24. El pecador es JUSTIFICADO GRATUITAMENTE. Es justificado “sin causa”. No hay motivo [que se encuentre en el pecador] por el cual Dios debería justificar a esta persona. Nada ha hecho el pecador para merecer la justificación o la salvación. El pecador es justificado GRATUITAMENTE. Esta justificación no es el resultado de algo que el pecador hubiera hecho. No se ha ganado esta justificación o salvación y es totalmente inmerecida. Es por gracia y es totalmente gratuita. La razón por la cual el pecador es salvo, no se encuentra en el pecador, sino en Dios. Está basada en el Señor Jesucristo- en quién ÉL es y en lo que ÉL ha hecho en la cruz del Calvario. No está basada en nada del pecador. Está basada del todo en Dios. Dios y solamente Dios salva. La salvación es del Señor.

La Relación entre GRACIA y JACTANCIA

Si una persona es salva por gracia, la jactancia (en sí mismo) está absoluta y totalmente excluida. “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cual ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe” (Romanos 3:27). La salvación es por gracia y no por obras, “para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8). Todo lo que el creyente puede hacer es jactarse y gloriarse en el Señor, “Para que, como está escrito: El que se gloría (jactarse), gloríese (jáctese) en el Señor” (1 Corintios 1:31).

La jactancia dice, “¡Miren lo que he hecho! ¡Miren lo que me he ganado! ¡Miren lo bueno que he realizado! ¡Miren mis buenas obras! ¡Miren lo que he logrado! ¡Miren mi dedicación! ¡Miren mi compromiso! ¡Miren mi amor por el Salvador! ¡Miren mi entrega a Cristo! ¡Miren mi obediencia a Sus mandamientos! ¡Miren mi sometimiento a Su Palabra!” TODA ESTA JACTANCIA ESTÁ EXCLUIDA, porque la salvación es por gracia por medio de la fe. La persona salvada por gracia dice, “¡Miren lo que ha hecho mi Salvador! ¡Miren lo que ÉL ha realizado!” La persona que es salva no se mira a sí misma, sino mira hacia el Salvador crucificado y resucitado.

La Relación entre GRACIA y OBRAS

Considere Romanos 11:5-6, “Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra”. Gracia y obras son dos principios totalmente opuestos. Se excluyen mutuamente. Son contrarios el uno al otro. Si tienes gracia, no puedes tener obras. Si tienes obras, no puedes tener gracia. Si tienes un don gratuito, no puedes ganarlo ni puedes pagar por él. Si trabajas por algo y te lo ganas, ya no puede ser un don gratuito. Si es una deuda, entonces no puede ser gracia. Si es una recompensa, no puede ser gracia. La salvación es totalmente por gracia o es totalmente por obras. Y la Biblia insiste que es totalmente por gracia, “no por obras” (Efesios 2:8; Tito 3:5).

No puedes ni debes agregar obras de cualquier especie, forma o clase a la gracia de Dios. ¿Por qué no? “…de otra manera la gracia ya no es gracia.” Cuando se trata de nuestra salvación, Dios quiere y Dios merece y Dios demanda todo el mérito. Dios no quiere la mayor parte del mérito permitiendo así que el hombre tenga una pequeña parte del mérito. No, Dios recibe toda la gloria y todo el reconocimiento, porque es Dios solamente quien salva.

Si el hombre hubiere de recibir algún mérito por su salvación (aunque fuera un poco), entonces el hombre tendría algo de lo cual jactarse. Pero Dios dice que la jactancia está totalmente excluida (Romanos 3:27) y que “nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:29). La salvación es algo que el pecador de ninguna manera merece, ni en lo más mínimo. Una persona es salva por el inmerecido y gratuito favor y gracia de Dios SIN AGREGAR NADA MÁS.

Al considerar la relación entre gracia y obras es útil examinar Romanos 4:4, “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda”. ¡Aquí está la persona que obra! Esta persona es totalmente extraña a la gracia de Dios. No sabe nada de la gracia de Dios. El piensa, tontamente, que será bendecido y recompensado por sus obras. Tontamente piensa que Dios le debe algo por la manera en que vive. Piensa que de alguna manera sus obras y su amor por Dios y su compromiso con Dios y su entrega a Dios y su obediencia a Dios le han ganado la salvación. Muy por el contrario. La única recompensa que recibirá será la muerte eterna.

En Romanos 4:5 tenemos una descripción de la persona que es justificada gratuitamente por la gracia de Dios: “Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”. Note que es la persona QUE NO OBRA. ¡No obra en absoluto! No está contando con, ni confiando en nada de lo que él ha hecho. Se da cuenta de que ninguna de las cosas que ha hecho pueden ganarle una gota del favor o aprobación o aceptación ante un Dios santo.

¡El no obra! ¿Qué hace entonces? ¡El cree! ¡El cree en el Dios que justifica gratuitamente por Su gracia! No debemos perder el significado de Romanos 4:5, “que no obra, sino cree”. Esto nos dice claramente que la fe no es una obra. Esta persona no obra, sino cree. La fe no es una obra. Fe es, mas bien, descansar sobre la obra de Otro. Fe es descansar todo el peso de uno sobre la Excelencia (la Persona, quien es ÉL), en la OBRA (lo que ÉL ha hecho) y en la PALABRA (lo que ÉL ha dicho) de Jesucristo.  La fe no es meritoria. Si el creer fuese una obra, podríamos jactarnos de nuestra fe: “¡Miren lo que he hecho! ¡He creído!” ¡Que tonto! Creer no es alguna buena obra que hacemos. Creer es el humilde reconocimiento de parte del culpable, quebrantado y contrito pecador de que no ha hecho nada bueno delante de un Dios santo y que su única esperanza se encuentra en Jesucristo. No hay nada bueno en la fe de una persona. Es el Salvador el que es bueno y que es grande y nuestra fe debe estar en ÉL. La fe en sí misma no nos da méritos ante Dios. La fe no se jacta sino en un Salvador crucificado y resucitado.

La Relación entre FE y GRACIA

“Porque por GRACIA sois salvos POR MEDIO DE LA FE” (Efesios 2:8). La fe y la gracia van juntas. ¿Por qué? La fe es la “mano del corazón” que se extiende y recibe el don gratuito de Dios, que no se puede ganar ni merecer. Debemos hacer una diferencia entre el don (salvación) y la recepción del don (fe).

La Relación entre JUSTIFICACIÓN POR GRACIA y OBRAS

Considere Romanos 3:28; 4:6, “Concluimos pues, que el hombre es justificado por fe sin (aparte) las obras de la ley….Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin (aparte de) obras”. La justificación por gracia es totalmente “sin” o “aparte de” las obras.

Esta misma palabra griega se usa en Hebreos 4:15 de Jesucristo, que era “sin pecado”. Esto significa que el Salvador no tenía ninguna clase de pecado. Era totalmente SIN PECADO. De igual manera, la justificación o salvación por gracia no tiene ninguna obra. Dios salva al pecador creyente totalmente aparte de cualquier obra que hubiera hecho (Tito 3:5).

Si pones sobre el carácter de Jesucristo el más pequeño pecado, has destruido totalmente (no en la realidad, sino por acusación) el perfecto e impecable carácter del Salvador. Lo has hecho un pecador (atribuyéndole pecado). De igual manera, si añades a la salvación cualquier clase de obra, por pequeña que sea, entonces has destruido totalmente el evangelio y ya no es salvación por gracia. No debes agregar nunca obras como requisito para ser salvo (“tienes que hacer esto o lo otro para ser salvo”). La justificación es totalmente aparte de las obras.

El verdadero evangelio es el “evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24). Todo otro evangelio está bajo la terrible maldición y el anatema de Dios [Gálatas capítulo 1, y nótese especialmente el v.6. Estos falsos maestros habían quitado “la gracia de Dios”]. El verdadero evangelio es un mensaje de buenas nuevas acerca de un gran Salvador, que salva a la gente de una sola manera: POR SU GRACIA. ¡GRATUITAMENTE POR SU GRACIA! ¡SÓLO POR SU GRACIA! Cualquier así llamado mensaje del evangelio que incorpora o añade obras de cualquier clase, forma o especie, es un evangelio falso y cuenta con la maldición de Dios. Note Gálatas 2:16 donde leemos TRES VECES EN UN VERSÍCULO “no por obras”.

La Relación entre SALVACIÓN y AQUELLAS OBRAS QUE AGRADAN A DIOS

Las buenas obras son el RESULTADO de la salvación. No somos salvos por buenas obras, sino somos salvos “para buenas obras”. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). También en Tito 3:8, “Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres”. Las buenas obras no son algo que una persona tiene que hacer para ser salva. Las buenas obras son algo que la persona hace porque es salva y porque Dios está obrando en y a través de ella (Filipenses 2:13).

El peligro viene cuando tomamos lo que debería ser el RESULTADO de la salvación y lo hacemos el REQUISITO para la salvación. Nunca pongas el carro delante del caballo. Las buenas obras siempre deben seguir a la salvación, pero las buenas obras nunca son el requisito ni el medio para obtener la salvación.

La Relación entre la GRACIA DE DIOS y el ANTINOMIANISMO

Hay dos grandes errores en cuanto a la gracia de Dios que han aquejado a la iglesia a través de los siglos. El primero de estos errores es que “convierten la gracia de Dios en libertinaje (ausencia de restricción, deseos incontrolados, deseos desenfrenados) –ver Judas 4. Este error se expresa así, “Como soy salvo por gracia sin ninguna obra, puedo vivir como me plazca.” Este error ha sido llamado antinomianismo (contra ley) o ilegalidad. Se usa la gracia de Dios como excusa para el desorden y para toda clase de vida impía.

La Biblia de una respuesta contundente a este error: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1-2). “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos lo hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11-12).

La Relación entre la GRACIA DE DIOS y el LEGALISMO

El segundo gran error, en relación a la gracia de Dios, es el legalismo. Legalismo es añadir alguna clase de obras como requisito para ser salvo. Un ejemplo de esto se encuentra en Hechos 15:1—“Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos”. Aquí tenemos añadida la circuncisión como requisito para ser salvo [la gracia de Dios+circuncisión=salvación]. Pedro respondió a este error en términos no ambiguos: “Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis como ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio, y creyesen…Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” (Hechos 15:7, 11). Los gentiles no necesitaban ser circuncidados para ser salvos. TODO LO QUE NECESITABAN PARA SER SALVOS ERA LA GRACIA DE DIOS. Todo lo que necesitaban para ser salvos era fe en Jesucristo, el único Salvador.

La Relación entre la GRACIA DE DIOS y el LEGALISMO DEL SEÑORÍO

Esto nos lleva a una enseñanza de nuestros días que es común en los círculos Reformados, llamada popularmente SALVACIÓN POR SEÑORÍO. La salvación por Señorío enseña esencialmente que la fe sencilla en Jesucristo no es suficiente para ser salvo. Se necesita algo más. Se necesita un compromiso serio con Cristo como Señor. Una persona tiene que someterse al Señorío de Cristo. Es necesaria la voluntad de obedecer los mandamientos de Cristo. El pecador también tiene que cumplir las demandas del discipulado o al menos estar dispuesto a cumplirlas. Esto incluye amar a Cristo por sobre todo, olvidar las posesiones, etc. (ver Lucas 14:25-33).

¿Qué hacen los maestros del Señorío con Hechos 16:30-31? [“Y sacándoles les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa”.] Este versículo enseña que el pecador tiene que tener fe y que Dios llevará a cabo la salvación. Enseña que es la fe y solamente la fe lo que es necesario para la salvación. No dice, “Cree y sométete al Señorío de Cristo y cumple con las demandas del discipulado y serás salvo”. Dice simplemente, “Cree en el Señor Jesucristo”.

¿Qué significa creer? Es confiar en Cristo, es creer en Su Palabra, es descansar en Sus promesas. Los que enseñan salvación por Señorío están obligados a redefinir la fe salvadora. Significa más que una simple fe en Cristo, como la fe de un niño. Ellos dicen algo como ésto: “Creemos en Hechos 16:31 al igual que tú, pero debes entender lo que la palabra “creer” realmente significa. ‘Creer’ significa más que solamente creer. La fe que salva involucra mucho más”.

¿Qué significa creer en el Señor Jesucristo? Los maestros de la salvación por Señorío dirían que incluye lo siguiente:

Significa someterse a Su Señorío.
Significa abandonar el pecado.
Significa someterse a Su autoridad y a Su Palabra.
Significa obedecer Sus mandamientos o al menos tener la disposición de obedecer.
Significa aceptar los términos del discipulado.

Considera esta última afirmación. ¿La fe que salva realmente incluye aceptar todos los términos del discipulado? ¿La fe que salva realmente incluye requisitos tales como amar a Cristo por sobre todo, olvidar todo lo que uno tiene, negarse a sí mismo, etc. (Lucas 14:25-33)? Una persona salva debería hacer todas esas cosas, pero no hace estas cosas para ser salva. Es salva porque pone toda su confianza en la misericordia de un Salvador amante que murió por él. Una de las razones por las que necesita ser salvo es porque no ama a Cristo por sobre todas las cosas. Es culpable de quebrantar el primero de los mandamientos.

No es nuestro COMPROMISO lo que nos salva, es nuestro CRISTO quien nos salva. No es nuestro SOMETIMIENTO lo que nos salva, es nuestro SALVADOR quien nos salva. No es lo que yo hago por Dios; es lo que Dios ha hecho por mí.

Evita el peligroso error de tomar lo que debe ser el RESULTADO de la salvación y hacerlo el REQUISITO para la salvación:

Es porque yo soy salvo que me someto a Su Señorío  (Romanos 12:1-2).

Es porque soy salvo que abandono el pecado y comienzo a aprender lo que significa vivir a la justicia (1 Pedro 2:24).

Es porque soy salvo que ahora le sigo en voluntaria obediencia (1 Juan 2:3-5).

Es porque soy salvo que acepto los términos del discipulado y comienzo a aprender todo lo que envuelve el discipulado (Lucas capítulo 14).

Es porque soy salvo que me someto a Su autoridad sobre todas las áreas de mi vida (Rom.6:13).

Hago todas estas cosas porque soy salvo por la gracia de Dios, no para ser salvo. No cambies los resultados en requisitos. No cambies la gracia de Dios en legalismo (agregando al mensaje del evangelio requisitos que no son bíblicos). No confundas la fe que salva, con lo que la fe que salva debe producir. No confundas el arrepentimiento con los frutos del arrepentimiento. La conducta y el fruto son las evidencias de la fe que salva, pero no son la esencia de la fe que salva. No confundas el fruto con la raíz. Antes de que puedas “seguir” a Cristo como discípulo (Lucas 9:23; Mateo 11:29-30) tienes que “venir” a Cristo para salvación (Mateo 11:28). El discipulado no es un requisito para ser salvo; el discipulado es una obligación para todo aquel que es salvo. La salvación es Cristo amándome a mí (Rom.5:8; Gálatas 2:20), discipulado es yo amando a Cristo (Mateo 10:37). Por cuanto somos justificados gratuitamente por Su gracia observamos todas las demandas de la justicia de Dios en Cristo (2 Co.5:21). Porque somos frágiles, fallamos muchas veces en cumplir con todas las demandas del discipulado (Lucas 14:25-33). Los requisitos del discipulado son muchos; el requisito para la salvación es simplemente fe y confianza en el Salvador.

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