El verdadero fin de los dinosaurios
El verdadero fin de los dinosaurios
La
roca que chocó con la tierra hace 65 millones de años y que se cree
tuvo estrecha relación con el final de los dinosaurios habría sido un
cometa, no un asteroide.
Muchos científicos creían que el cráter
Chicxulub, de 111 millas de ancho en México, fue producido por un gran
–y lento– asteroide en movimiento. Hasta ahora.
Los resultados de un estudio, dado a
conocer en la 44ª Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria, sugieren
que no fue un asteroide, sino un un cuerpo menor y más rápido el que
golpeó la Tierra y terminó con el 70% de las especies que la habitaban.
"El principal objetivo de nuestro
proyecto es lograr caracterizar lo que impactó la península de Yucatán
(en México) y produjo el cráter", le dijo a la BBC Jason Moore, del
equipo investigador del Dartmouth College en New Hampshire.
La roca espacial dio lugar a una capa
global de sedimentos enriquecidos con iridio, en concentraciones mucho
más altas que en su estado natural: tuvo que haber venido del espacio
exterior.
Química extraterrestre
En la primera parte de su trabajo, el
equipo sugiere que los valores generalmente citados de iridio son
incorrectos. Usando una comparación con otro elemento extraterrestre
depositado en el impacto –el osmio– fueron capaces de deducir que la
colisión dejó menos escombros que lo que se creía previamente.
El valor del iridio recalculado sugiere
que el cuerpo que golpeó la Tierra era más pequeño de lo que se pensaba.
En la segunda parte del trabajo los investigadores tomaron el nuevo
número y trataron de hacerlo calzar con las propiedades físicas
conocidas del impacto en Chicxulub.
Para causar un cráter de 111 millas de
ancho, el cuerpo de menor tamaño tiene que haber viajado relativamente
más rápido. El equipo encontró que un cometa no periódico calzaba mucho
mejor con la historia que cualquier otro candidato espacial.
Los cometas no periódicos son bolas de
polvo, roca y hielo que se mueven en trayectorias altamente excéntricas
alrededor del Sol. Estos toman cientos, miles o incluso millones de años
en completar una órbita.
"Se necesitaría un asteroide de unos
cinco kilómetros de diámetro para lograr esa cantidad de iridio y osmio.
Pero un asteroide de ese tamaño no hace un cráter de 200 kilómetros
(124 millas)", asegura Moore.
"Entonces, nuestro planteamiento es:
¿Cómo logramos algo que tenga la energía suficiente para generar ese
tamaño de cráter, pero con mucho menor material rocoso? Así llegamos a
un cometa".
Mukul Sharma, coautor del estudio, le
dijo a la BBC: "Se necesitaría contraevidencia desconocida para hablar
de un asteroide moviéndose muy rápidamente, aunque es posible. Sin
embargo, entre los cometas y asteroides que hemos observado en el cielo,
los cometas son los que se mueven más rápidamente".
Perdido en el espacio
Pero otros investigadores fueron más cautos respecto de los resultados.
El científico Gareth Collins, quien
investiga los cráteres de impacto en el Imperial College en Londres
describe el estudio del equipo de Virginia como un "buen trabajo" y
"sugerente".
Sin embargo, "no creo que sea posible
determinar de forma certera el tamaño del cuerpo impactante a través de
la geoquímica", asegura.
"La geoquímica te dice –casi con
precisión– sólo la masa de material meteórico que es distribuida
globalmente, no la masa total del cuerpo impactante. Para estimular esta
última, uno necesita saber qué fracción del cuerpo impactante fue
distribuida globalmente, en oposición a ser lanzado al espacio o
aterrizar cerca del cráter".
El científico de Imperial College
añadió: "Los autores sugieren que el 75% de la masa del cuerpo
impactante fue distribuida globalmente, por lo que lo que impactó
finalmente fue un cuerpo mucho menor, pero la realidad es que esta
fracción pudo ser menor que 20%".
Esto podría mantener la puerta abierta a la posibilidad de un asteroide de mayor tamaño, moviéndose lentamente.
Los autores aceptan este punto, pero
citan recientes estudios que muestran que la pérdida de masa sugerida en
el impacto de Chicxulub fue de entre 11% y 25%.
Más cerca de lo que imaginamos
En los últimos años, varios objetos
espaciales han tomado a los astrónomos por sorpresa, sirviendo como
recordatorio de que nuestro vecindario cósmico es un lugar con bastante
movimiento.
El 15 de febrero pasado el 2012 DA14, un
asteroide del tamaño de una piscina olímpica rozó la Tierra, a una
distancia de sólo 1,7211 millas. La masa sólo fue descubierta el año
anterior.
Y el mismo día, una roca espacial de 55
pies explotó sobre los Montes Urales en Rusia, con una energía de
alrededor de 440 kilotones de TNT.
Alrededor de 1,000 personas resultaron heridas ya que la ola del impacto quebró ventanas y azotó edificios.
Alrededor del 95% de los objetos
cercanos a la Tierra de más de 1km ya han sido descubiertos. Sin
embargo, sólo un 10% de los entre 13,000 y 20,000 asteroides de más de
459 pies han sido registrados.
Probablemente hay muchos más cometas
cercanos a la Tierra que asteroides, pero la NASA asegura que estos
pasan gran parte de su vida a distancias lejanas del Sol o la Tierra,
por lo que contribuyen sólo en un 10% al conteo de objetos que han
chocado con la Tierra.
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