Desayunando con Dios ¡a pura Biblia!

Desayunando con Dios ¡a pura Biblia! 

Nacer de nuevo es una de las situaciones de la vida más maravillosas en el transitar del ser humano. Si ese ya ha sido tu paso, permíteme decirte que no para allí. Apenas la gran aventura de conocer a Dios y entrar a una vida plena empieza. Hay que crecer. “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 Pedro 3: 18)

 

En nuestro primer nacimiento, por que el que todos pasamos, venimos a ser parte de un mundo inmenso donde muchos nacen pero pocos se crían. Hay hechos curiosos y particulares en este primer nacimiento que nos sirven para hacer un comparativo con el segundo nacimiento.
Llegamos a este mundo llorando, y si no lloramos el doctor nos hace llorar. ¡¿Dónde anda la asociación para la prevención del maltrato infantil ante tan inclemente nalgada?! Empezamos llorando y a partir de ahí lloramos por todo. El ser humano es tan inconforme que hasta se queja por ser tan inconforme. Cuando naces de nuevo el Señor se encarga de enjuagar tus lágrimas y darte un sentido de vida diferente en el que puedes gozarte en Él.
Otra cosa, no hay recién nacido feo, claro está, para las madres. Puede ser cabeza de elefante, cara de oso perezoso, cuerpo de suricato y piernas de avestruz con pie plano, y para la madre no será más que un clon mejorado de Brad Pitt. Así es para Dios Cuando naces de nuevo. Hay cosas de nuestras vidas que afean nuestra apariencia espiritual. El pecado es un cáncer que corroe cada célula del alma pero al momento de entregar tu vida a Jesucristo empieza un nuevo ser, una nueva vida libre del pecado y, por tanto, para el Señor Dios, tú vienes a ser hermoso y de gran valor. Hoy en día al  mirarte al espejo no veas un espantapájaros, mira una nueva criatura. Perteneces a la realeza así que mira al hijo del Gran Rey. No te mires como un reo a muerte, sino como alguien que destila vida por los poros. Jesucristo lo dijo:" El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. (Juan 5: 24)"
Para crecer todos necesitamos el cuidado de nuestros padres y alimentarnos. La leche materna es el mejor alimento al que podemos acceder y lo mejor es que es gratis. Litros y litros emergen de la madre y nosotros somos insaciables. Mejor dicho, somos adictos a la leche materna. En el nuevo nacimiento el mejor alimento es la Palabra de Dios, La Biblia. El Apóstol Pedro lo afirma así:
"Y desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación (1 Pedro 2: 2)"
La leche espiritual NO ADULTERADA, no es más que la Biblia. Los estudios bíblicos, los diccionarios bíblicos, Cursos de teología…  son buenos y de gran ayuda pero en esta etapa de recién nacido espiritualmente, hay que “comer” Biblia. Lee, medita, aprende y pon en práctica la Palabra de Dios. Imagínate que vas a una excursión en medio del bosque. Llevas un morral y dentro:  mapa, brújula, una pequeña carpa, agua y alimento. En la Biblia reúnes todo lo anterior para la aventura de la vida en Cristo. Con ella has de sentirte con el mejor equipamiento y con la firme convicción de que no estarás solo. De que habrá una palabra adecuada en el momento oportuno.
Así como es tan vital el alimento para el cuerpo físico, es de total importancia el alimento espiritual.  Aprende a amar la Palabra de Dios y sumérgete en ella sintiendo como el fuego del Espíritu de Dios se enciende en ti y te lleva a un crecimiento acorde a la Voluntad de Nuestro Padre Celestial. Nacer de nuevo es un milagro que Dios en su infinita gracia y bondad ha hecho a través de Jesucristo. Ahora, es tiempo de crecer…  A pura Biblia.


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